«Nuestros equipos han visto a gente llegando a localidades importantes, (campos para desplazados internos) que están en muy mal estado», destacó a finales de febrero Dominik Stillhart, director de operaciones del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Algunas poblaciones de Tigray siguen aisladas. Solo en las últimas semanas han empezado a llegar trabajadores de Médicos Sin Fronteras a zonas inaccesibles. Se han saqueado los centros de salud y quedan pocos trabajadores sanitarios, de modo que la gente ha tenido poca o ninguna ayuda con los partos y otras urgencias, o incluso no contaba con la atención más básica, aseveró Behn.
Las comunidades de Tigray no estaban en condiciones de ayudar a sus habitantes porque el conflicto estalló justo antes de la cosecha, y tras meses de plaga de langostas. Los bancos estaban cerrados y se saquearon tiendas. Incluso ahora la ayuda alimentaria, que el Gobierno etíope afirma haber llevado a cuatro millones de personas, no es suficiente.