El comandante de la guardia costera de Guyana admite abiertamente que sus capacidadesde vigilancia y control logran abarcar solo una fracción de las aguas del país.

El único barco capaz de llegar a las aguas profundas de las 200 millas náuticas de la Zona Económica de Guyana (EEZ) es un dragaminas reconvertido, un barco de guerra naval británico que lleva casi una década anclado y que sufre reparaciones constantes.

Las demás embarcaciones de diversos tipos de las que dispone la guardia costera están diseñadas para hacer patrullas en mar abierto hasta unas 40 millas náuticas, como lo señala el teniente coronel Michael Shahoud, jefe de la Guardia Costera de la Fuerza de Defensa de Guyana. El país tampoco cuenta con sistemas de radar ni con cámaras para rastrear barcos.

“Tenemos un gran reto en cuanto a la vigilancia de nuestro espacio marítimo”, declaró Shahoud a InSight Crime.

Con cerca de 460 kilómetros (285 millas) de litoral, Guyana tiene derecho sobre unas 42.800 millas náuticas de océano. Los funcionarios no pueden afirmar con seguridad si hay barcos pescando ilegalmente en las aguas sin control del país. El asesor de seguridad nacional del gobierno, Gerald Gouevia, sospecha que los hay. Gouveia, piloto retirado del ejército, recuerda que una firma aeroespacial canadiense los halló fácilmente durante una demostración de sus aviones de vigilancia para el ejército de Guyana.

“Creo que lograron detectar entre 50 y 60 barcos no autorizados en la ZEE guyanesa”, le comentó a InSight Crime.

En 2021, la guardia costera de Guyana tenía 11 barcos patrulla, incluido el dragaminas derrelicto, según un informe sobre sus capacidades de monitoreo y control, elaborado por el experto en pesca ilegal Pramŏd Ganapathiraju. Un barco de vigilancia contratado para el Departamento de Pesquerías se puso en operación el año pasado, y se han venido haciendo nuevas adiciones, incluida la compra de un barco patrulla por US$11,5 millones. El barco de 115 pies, cuya entrega se haría en 2022, podría patrullar la ZEE de Guyana.

“Preocupa la falta de un barco de largo alcance”, señaló Ganapathiraju en conversación con InSight Crime. Pero acotó que le preocupa más la falta de información acerca de la frecuencia de uso de la flota para patrullaje y si se habían interceptado barcos en actividades de pesca ilegal.

“La operación de esas embarcaciones cuesta mucho dinero”, dijo, refiriéndose a la guardia costera de Guyana. “Una sola mirada al número de barcos o su tamaño no es suficiente para afirmar que estén haciendo un buen trabajo en el mar”.

Aunque Guyana ha sido por mucho tiempo uno de los países más pobres de Suramérica, a la pequeña nación caribeña está llegando una gran afluencia de dinero por la nueva riqueza petrolera. Las firmas transportadoras de petróleo están añadiendo capacidades de vigilancia marítima, lo que incluye aviones privados que hacen transportes entre los campos petroleros y el puerto de Georgetown, explicó el asesor de seguridad nacional Gouveia.

Los ingresos petroleros, señaló, también se usarán para redoblar las operaciones marítimas. Sin embargo, “con o sin petróleo, la guardia costera necesitará hacer estas cosas”, comentó Gouveia.

Por otro lado, en las aguas al interior del país impera la anarquía, afirma Pameshwar Jainarine, presidente de la Sociedad Cooperativa de Pescadores del Alto Corentyne (Upper Corentyne Fishermen’s Co-operative Society). En las áreas de pesca puede haber más de 200 barcos en zonas que solo podrían soportar unas 80 embarcaciones, señala Jainarine, quien culpa de esta situación a la falta de control del sistema de expedición de licencias, dado que se registran barcos de manera indiscriminada. También existen puntos de amerizaje ilegal, y son escasos los datos de la pesca recogida.

“Ya está al límite”, admitió Jainarine en conversación con InSight Crime. “Y encima se ponen más y más barcos en nuestra zona de operaciones”.

La piratería ha pululado tradicionalmente en las anárquicas aguas de Guyana, cuyo litoral se encuentra entre los de Surinam y Venezuela. Las emboscadas se han vuelto letales. Una disputa territorial entre los pescadores de Guyana estuvo relacionado con un violento asalto en 2018 en el que varios pescadores fueron incinerados, atacados y obligados a saltar por la borda, muchas veces con baterías amarradas a las piernas como lastre.

A los pescadores locales les han robado sus lanchas, costosos motores fuera de borda y cientos de dólares en pescado y efectivo.

En marzo del año pasado, representantes del gobierno afirmaron que las autoridades habían reforzado las patrullas a lo largo de la costa noroeste del país y en sus ríos. Según el diario guyanés Stabroek News, los pescadores de la zona del río Waini, que colinda con Venezuela, fueron atacados por bandas armadas del vecino país.

El pescador Basdeo Sharma dice que él y sus compañeros siguen sintiéndose desprotegidos.

“Cuando salimos, estamos indefensos”, declaró a InSight Crime. “Somos presas fáciles en el agua”.

*El editor de InSight Crime, Seth Robbins, contribuyó a este informe.

Este informe hace parte de la primera entrega de una investigación de nueve capítulos sobre la pesca INDNR, desarrollada en conjunto con el Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de American University. La segunda entrega, “El saqueo de los océanos: la pesca INDNR en los mares de Suramérica”, se publicará el 3 de agosto.

Fuente: insightcrime.org