
Un escándalo de tráfico de armas que implica a una iglesia episcopal pone de relieve los privilegios aduaneros de los que gozan las organizaciones religiosas y no gubernamentales en Haití, los cuales pueden ofrecerles a los traficantes de armas una vía para introducir al país cada vez más armas de grueso calibre.
El 14 de octubre, la Red Nacional Haitiana para la Defensa de los Derechos Humanos (Réseau National des Défense de Droits Humains, RNDDH) divulgó un informe sobre las acusaciones de tráfico de armas por las que han sido detenidos tres sacerdotes y varias personas más.
Según el informe, los sacerdotes tuvieron que ver con un intento de contrabando de armas de grueso calibre de Estados Unidos a Puerto Príncipe, capital de Haití.
El 14 de julio, las autoridades aduaneras haitianas decomisaron 17 armas semiautomáticas, 12 escopetas y 4 pistolas que se encontraban en varios contenedores dirigidos a la iglesia episcopal, cuyo remitente era la firma Rémy Multi Services, registrada en la Florida. También se descubrieron diversas municiones y US$50.000 en billetes falsos, señala el informe.
El 23 de septiembre, las autoridades haitianas emitieron una orden de captura contra el presidente de la iglesia episcopal, el padre Jean Madoché Vil, por sospecha de tráfico de armas, según informaron varios medios locales.
El padre Vil es el miembro de mayor rango de la iglesia episcopal acusado de tráfico de armas, pero no es el único.
HaitiLibre informó que el padre Frantz Cole, secretario ejecutivo de la iglesia, fue detenido el 17 de agosto como sospechoso de tener su propia relación con el decomiso de armas ocurrido en julio. También fue retenido Jean Mary Jean Gilles, contador de la iglesia.
Anteriormente, la iglesia ha negado cualquier participación en tráfico de armas.
“Si se presentan personas en aduanas a recoger contenedores a nombre de la iglesia episcopal, solo pueden ser documentos falsos usados por redes criminales”, declaró esa congregación mediante un comunicado emitido en julio.
Análisis de InSight Crime
La infraestructura internacional de la Iglesia y su estatus aduanero hacen de ella una opción atractiva para los traficantes que buscan introducir armas de mayor poder al país, que ya está hasta el cuello de la violencia pandillera.
No se sabe con certeza si la iglesia episcopal de Haití es responsable de la tentativa de tráfico de armas que se le adjudica, pero su nombre, prestigio y la dispensa de la que goza en la supervisión estricta están atrayendo a actores criminales.
La RNDDH señaló que algunas instituciones exhiben «tan buena moral y reputación que los agentes de aduanas se han acostumbrado a dejar pasar sus contenedores sin inspeccionar su contenido». Pero al menos un contenedor dirigido a la iglesia ha sido rechazado porque “demasiada gente en Haití usa los recibos aduaneros de la iglesia episcopal en Haití”, advirtió la RNDDH.
El director ejecutivo de la RNDDH, Pierre Esperance, dijo a InSight Crime que la posición privilegiada de la Iglesia y de otras organizaciones no gubernamentales en Haití les permite a algunas personas importar bienes que pueden estar exentos de impuestos y tarifas aduaneras.
“Estas organizaciones no pagan impuestos. Por esa razón, hay personas dentro de esas organizaciones que venden y hacen negocio con este [privilegio aduanero]”, comentó.
Las iglesias en Latinoamérica y el Caribe ya han sido usadas como vehículos de economías ilícitas. En 2021, una organización cristiana sin ánimo de lucro fue acusada dentro de un escándalo de lavado de dinero de gran envergadura justo al otro lado de la frontera, en República Dominicana.
Un caso más llamativo aún ocurrió hace varios años en Guatemala, cuando el fundador y pastor principal de la mayor iglesia evangélica de ese país se vio implicado en un esquema de lavado de dinero a nombre de uno de los mayores narcotraficantes guatemaltecos.
En Haití, esos vacíos son especialmente preocupantes porque los traficantes de armas parecen estar introduciendo armas de mayor calibre al país, ya sumido en la crisis.
Los agentes estadounidenses ya han comenzado a prender las alarmas, señalando que el tráfico de armas en Haití está pasando de pistolas a rifles de largo alcance de uso privativo del ejército, según Anthony Salisbury, jefe de la Oficina de Investigaciones de Seguridad Interna (Homeland Security Investigations) en Miami.
Refiriéndose a los decomisos de ametralladoras de carga por cinta y de rifles calibre .50, Salisbury declaró a The Miami Herald en agosto que “en malas manos, estas armas pueden llegar a provocar una destrucción incalculable”.
Por Scott Mistler-Ferguson
Fuente: insightcrime.org