El rol de Panamá como sofisticado centro de tráfico de drogas, más que como simple punto de tránsito de cocaína, quedó al descubierto cuando se designó al país centro logístico del recién desmantelado «supercartel».

En noviembre, 49 personas fueron arrestadas en Dubái, España, Francia, Bélgica y los Países Bajos por colaborar con un supuesto supercartel de importantes traficantes de drogas irlandeses, italianos, bosnios y neerlandeses-marroquíes.

Tras la caída de muchos de los actores clave del grupo, el fiscal general de Panamá Javier Caraballo reveló que ciudadanos panameños en el país habían estado ayudando a narcotraficantes con sede en Dubái a enviar drogas a Europa. Además, las autoridades españolas declararon que otro panameño tenía su residencia en Dubái y mantenía contacto con miembros de la red de tráfico de drogas en diferentes países.

El grupo supuestamente controlaba hasta un tercio de toda la cocaína dirigida a Europa, por lo que es probable que hubieran tenido una significativa capacidad logística para coordinar esto.

Entre los detenidos se encontraba el panameño Anthony Alfredo Martínez Meza, alias “Hassan”. Desde 2017, Hassan actuó como coordinador junto con otro integrante del Supercartel, el irlandés Daniel Kinahan, para introducir cientos de kilos de cocaína desde el puerto de Manzanillo, en Panamá, hacia España.

Estas revelaciones sobre el rol de Panamá como centro logístico de tráfico llegan cuando el país parece a punto de completar una cantidad récord de drogas incautadas en 2022, superando las 128,7 toneladas capturadas en 2021. Según el ministro de seguridad de Panamá, Juan Pino, mientras las instalaciones portuarias del país sigan siendo vulnerables al narcotráfico, estas cifras seguirán aumentando.

Análisis de InSight Crime

La presencia del supercartel en Panamá es reflejo de la evolución logística que el país ha ido entablando como un enorme nicho de distribución de drogas a Europa.

Una de las primeras etapas en esta evolución logística se refleja en los dos grandes conglomerados de pandillas panameñas en el país, “Calor Calor” y “Bagdad”, como bandas que pasaron de ser subordinados a subcontratados por grupos colombianos y mexicanos para la distribución de drogas no solo hacia Estados Unidos, sino también a Europa.

Un segundo factor ha sido la normalización del Canal de Panamá como una ruta constante de tráfico de cocaína. El puerto de Colón, en particular, ha sido un centro de drogas predilecto y de uso frecuente por el grupo criminal colombiano, los Urabeños, también conocido como el Clan del Golfo o las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC).

Los mismos Urabeños suministraron gran parte de la cocaína al irlandés Daniel Kinahan, con los envíos coordinados por el panameño Hassan.

Además, los informes de corrupción oficial en Panamá, incluso entre la administración del Canal de Panamá y la policía, muestran lo fácil que ha sido para los traficantes mantener el flujo de cocaína.

El papel de Hassan como parte del supercartel es otro hecho preocupante. Según un informe del diario local Crítica, Hassan no estaba en el radar de las autoridades panameñas antes de su detención, y el país no participó en el esfuerzo internacional que llevó a las detenciones de noviembre.

Por Raquel Ballestin

Fuente: insightcrime.org